lunes, 10 de junio de 2013

Me cago en los secadores de manos

La humanidad a lo largo de su existencia ha inventado gran cantidad de objetos que nos facilitan numerosas tareas cotidianas. Por supuesto ha habido fracasos que nunca han llegado a tener éxito porque más que ayudar entorpecían, pero lo peor es cuando entorpece y además el cabrón tiene éxito y se queda para siempre, como por ejemplo el secador de manos.

Este “maravilloso” artilugio se puede encontrar en casi cualquier baño de cafeterías, bares, restaurantes y demás. Su funcionamiento es aparentemente sencillo: pones las manos húmedas debajo, sale aire y se te secan. Fin. O al menos eso debería.

Lo que en realidad sucede es que pones las manos debajo y no pasa nada. Entonces inicias un concierto mudo de rap, con más aspavientos que un profesional del género que haya tomado éxtasis en cantidades poco recomendadas, esperando provocar una reacción en el susodicho aparato. Después de unos quince minutos de esfuerzos inútiles te hará un amago. Es el momento de hacer un par de pases de torero, primero con la mano derecha y luego con la izquierda. Entonces te das cuenta de que el toreo es algo inútil y empiezas con la segunda canción del concierto mudo de rap.

Al final, si no te rindes antes y lo mandas a la mierda, te saldrá el prometido aire cuya función es secarte las manos. Primera sorpresa, en muchos casos el aire está frío. Y yo me pregunto, ostia, ¿no sería mejor si el aire saliera caliente?, por aquello de que se evaporaría el agua más rápido, pero bueno, tu no te rindes y te quedas con las palmas para arriba como implorando un milagro que produzca el secado de manos. Cuando te aburres ya de rogar, les das la vuelta y te conviertes en Velociraptor otro rato. Y tu pensarás que ya estarán secas, pobre ingenuo saltamontes...

Lo que sucede siempre que te encuentres con un aparato de estos es que saldrás con una cosa mojada, o las manos o el pantalón, o si tienes mala suerte las dos, porque hay pantalones que secan tan mal como el secador. Así que coge papel higiénico y déjate de mariconadas.

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